sábado, 13 de febrero de 2016

A VUELTAS CON EL CONDE LUCANOR IV

LO QUE LE OCURRIÓ A UNA JOVEN POR NO ACEPTARSE A SÍ MISMA


Como de costumbre, Raquel y María estaban hablando de su día a día. Últimamente no se veían mucho, y por ello Raquel se sentía más sola de lo normal, así que decidió contarle a María la situación por la que estaba pasando.
-María, siento que todo esto me supera… El cambio de la ESO a Bachillerato, mis nuevos compañeros, mi constante problema con los chicos… Me siento insegura, más bien insatisfecha conmigo misma. Me da la sensación de que falla algo y ese algo soy yo… No me encuentro, ¿me entiendes? No sé cómo explicarlo… La cuestión es que, inevitablemente, me veo gorda, fea…, siempre reflejada en el espejo de forma negativa, y todo a pesar de que me insistan en lo contrario. Por ello, es que desde hace ya meses llevo tomando medidas, como dietas, deporte, beber mucha agua, dejar a un lado todo aquello que no sea natural para el cuerpo y muchas cosas más en las que no paro de pensar continuamente. Lo peor de todo es que, cuando empiezo a sentirme mejor, me doy "atracones" de comida, y la culpa es aún más grande de que era antes... No encuentro reposo, no me siento feliz... 
María, al escuchar los lamentos de su amiga, le contesta:
-Raquel- dijo María-, lo que te sucede es algo que se está haciendo común entre las jóvenes del siglo XXI. Os obsesionáis con vuestro cuerpo aun siendo preciosas tal y como sois. Mira, te aconsejo que no vayas por ese camino, busca ayuda, más te vale acabar con esto ya, porque, de no hacerlo, acabarás como Andrea, la chica que iba al instituto de la esquina.
Raquel ante tal contestación le pidió a María que le contase qué le había sucedido.
-Raquel- dijo María-, a Andrea, la chica con la que solíamos jugar de pequeñas, esa que no era muy atractiva que digamos, le ocurrió más o menos lo mismo que a ti. Empezó a obsesionarse con su cuerpo cada vez más; ¿y por qué? Por nada, por querer ser aceptada por los demás, por llamar la atención de aquellos que la veían andar por los pasillos, por sentirse querida por un chico… Llegó un momento en el que sí, su cuerpo empezó a parecerse a ese que tanto deseaba. Sin embargo, Andrea no se daba por satisfecha, tanta era su obsesión, que siempre se encontraba un defecto. La pobre chica acabó mal, muy mal. Si al principio estaba rellenita ahora estaba delgadísima y débil; si antes tenía pocos granos, ahora su piel se había demacrado, perdido su brillo; el esmalte de sus dientes se desgastó por causa de los jugos gástricos al vomitar… Tarde fue cuando se dio cuenta de lo que había hecho y mucho le ha costado rehabilitarse… Hay cosas que son irremediables, que siempre dejan huella, que siguen ahí…

Y tú, Raquel, si sigues así, acabarás como esa chica o puede que peor. Eres perfecta tal y como Dios te creó, con tu perfectas imperfecciones. Y, ¿quién sabe si un día algún chico amará esas imperfecciones? Sé optimista. Deja de decirte a ti misma lo difícil que es tu vida. Nadie dice que sea fácil. Céntrate en luchar y mejorar lo que esté en tu mano. Acepta la envidia y los celos que puedas sentir hacia alguien, exprésalos si hace falta… pero no dejes que te destruyan. Dale una patada al perfeccionismo, reconoce tus logros…
A Raquel le encantó todo esto que su amiga María le había aconsejado, siguió sus recomendaciones a partir de ese momento y, aun costándole, le fue bien y logró sentirse mejor consigo misma.
Y como vi que este cuento era bueno, lo he puesto en este libro, mi diario, y he escrito unos versos que dicen así:

“Si feliz quieres estar,
Tu cuerpo has de cuidar”.

Anónimo


viernes, 12 de febrero de 2016

A VUELTAS CON EL CONDE LUCANOR III



LO QUE LE SUCEDIÓ A UN HOMBRE QUE NO PODÍA DEJAR DE FUMAR.


Se encontraba Jaime hablando con su mejor amigo, Alberto, y le dijo:
-Alberto, llevo tiempo intentando dejar de fumar y por más que lo intento no soy capaz, ni los chicles de nicotina ni el cigarro electrónico me ayudan. Por favor, ayúdame a dejarlo.
Alberto lo escuchó con mucha atención y le dijo:
-Jaime, tu problema me recuerda mucho al que tuvo mi hermano Antonio.
Jaime le pidió que se lo contara.
-Tuve un hermano llamado Antonio que empezó a fumar desde muy joven. Él siempre decía que quería dejarlo y que utilizaba métodos como los parches de nicotina para ello, pero realmente lo que le faltaba era voluntad, realmente no quería dejarlo y no se esforzaba para ello. Esto se debía a que aún no le había provocado ninguna enfermedad. Varios años más tarde, le diagnosticaron un cáncer de lengua y de pulmón, pero era tan adicto que no pudo dejarlo, lo que le provocó una metástasis y le ingresaron en el hospital urgentemente. Allí dejó de fumar, pero estaba muy angustiado porque su cerebro lo necesitaba y la metástasis era tan grande que al final no pudieron hacer nada y murió.
Así que ya sabes, Alberto, si realmente quieres dejar de fumar, lo que más te ayudará será tu fuerza de voluntad y no los métodos farmacéuticos, pero como sea demasiado tarde te será muy difícil dejarlo.
Alberto siguió el consejo de Jaime y consiguió dejar de fumar poco tiempo después.
Y como vi  que este cuento era bueno, lo hice poner en este libro y escribí  unos versos que dicen así:

“Si un vicio quieres dejar,
tu fuerza de voluntad deberás utilizar”.


Javier Martínez Estévez, BCT11

jueves, 11 de febrero de 2016

A VUELTAS CON EL CONDE LUCANOR II

DE LO QUE LE SUCEDIÓ AL HOMBRE QUE PERDIÓ LA OPORTUNIDAD DE SER AMADO


 ¡Patronio! ¡Patronio! -gritaba el conde Lucanor. ¡Necesito tu ayuda!
Dígame, señor mío –dijo el sirviente.
Ayer estaba yo dando un paseo por Sanlúcar de Barrameda, cuando me encontré a una muchacha –explicaba el señor-. Sin querer, tropecé con ella y cuando la vi sentí que sería el amor de mi vida, ¿qué me aconsejaría usted que hiciera?
Esto que me cuenta usted, me recuerda una vieja historia que me contó mi madre cuando era chico –le contestó Patronio. La historia decía así:
Érase un mozo al cual nadie quería, no se sabe bien el por qué, ya fuera por sus apariencias o ya fuera porque no tenía dinero. Un día iba tan tranquilamente paseando cuando tropezó con una señorita por casualidad. El chico se disculpó y la chica, tan amable, quiso quedarse un rato a hablar con él. Estuvieron hablando durante horas, pero la mujer ya se tenía que ir y entonces quedaron para verse otra vez, en aquel mismo sitio, al día siguiente.
El muchacho pensó que esa señorita era demasiado para él y que se merecía algo mejor, por lo que no se presentó a aquella cita y perdió la oportunidad de ser querido por alguien.
Con esta historia que le cuento –explicaba Patronio– le quiero venir a decir que, si a usted le ha gustado aquella muchacha, vaya tras ella y no la deje escapar, ya que no sabe si volverá a sentir eso por otra persona.
Al conde Lucanor le gustó el consejo dado por Patronio, decidió llevarlo a cabo y le fue bien; y como a mí me ha parecido de interés, lo he contado aquí.

Moraleja:

                      Aprovecha sin dudar el momento,
                       o la oportunidad se la llevará el viento.

 Lucía Pérez Rodríguez, BCT11   




miércoles, 10 de febrero de 2016

A VUELTAS CON EL CONDE LUCANOR I

Estamos convencidos de que nuestros alumnos necesitan escribir, escribir y escribir para poder domar "el rebelde y mezquino idioma", como decía el poeta. Deben intentarlo una y otra vez porque no hay cosa más difícil que cuajar con palabras el pensamiento. De hecho, el pensamiento se sustenta en palabras y, si no se sabe construir con ellas, las ideas no tendrán consistencia.

En fin, desde el departamento de Lengua y Literatura no dejamos de intentarlo y cualquier excusa es buena. 

Los alumnos de 1º de Bachillerato han tenido que estudiarse El conde Lucanor, obra inmortal de don Juan Manuel (allá por el siglo XIV), así que les hemos pedido que escribieran ellos un cuento con la misma estructura que los de don Juan. Iremos dejando aquí algunos de ellos, todos con sabrosos consejos. Disfrutadlos.

DE LO QUE LE SUCEDIÓ A UNA MUJER POR NO PEDIR AYUDA



Otra vez estaba el conde Lucanor hablando con Patronio, su consejero, y díjole así:
-Patronio de un tiempo acá, he notado que se meten conmigo en la escuela por ser como soy. Y tengo tantos pensamientos negativos y tanta depresión dentro de mi alma, que por más que intento evitarlos, no hablando en clase y no relacionarme con nadie, no sirve de nada. Y ya no sé qué hacer.
Lo escuchó muy atentamente Patronio, y contestó al conde:
-Señor conde Lucanor –dijo Patronio- lo que os acontece a vos se parece a lo que le sucedió a mi amiga Juana en su época de estudiante.
El conde muy desesperado, rogó que le contara lo que le había ocurrido a su amiga.
Señor conde –dijo Patronio- en mi clase había una muchacha llamada Juana, que era muy callada y poco sociable, debido a que de pequeña le había costado mucho aprender a leer y a escribir y cuando fue creciendo le aparecieron más problemas, ya que tenía que entender y estudiar muchas cosas.
Los compañeros se metían mucho con ella por cómo era y porque no entendía las cosas. También hacia preguntas tontas, según ellos, aunque para ella no lo eran. Muchas veces se equivocaba al leer o en cualquier otra cosa y se reían. Siempre estaba deprimida y para evitar que se metieran con ella no hablaba ni se relacionaba con nadie, pero esto empeoraba las cosas, ya que lo acumulaba todo y en su casa explotaba y se echaba a llorar, sola. Lo bueno de Juana era que se esforzaba mucho y era muy trabajadora, incluso sacaba buenas notas.
Así Juana decidió hablar con sus padres y con su tutora y se les contó todo lo que le ocurría. Estuvo mucho tiempo en psicólogos y apoyos que la ayudaban a superar todo esto y lo que venía después. Sus padres y su tutora la animaban en todo para que siguiera adelante en todo lo posible y Juana empezó a relacionarse a tener amigos y a sentirse feliz.

Y vos, señor conde Lucanor, si seguís aguantando todo solo vais a estar peor. Tenéis que pedir ayuda a quienes os quieren y os aprecian, aunque vos no los veáis, tenéis muchos. Y no saben lo que os pasa y nadie os puede ayudar si no ponéis vuestro granito de arena. Y si pensáis que no os van a ayudar, eso no es así, porque sois muy trabajador y un buen estudiante. Como lo que le dijeron un día a Juana:”Vale más el trabajo que la inteligencia”.

Al conde Lucanor le gustó mucho esto que Patronio le contó, siguió sus consejos y le fue bien.

Y como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así:

“Con ayuda y dedicación,
 te saldrá todo a la perfección”


Laura González Pajuelo, BCT11


lunes, 8 de febrero de 2016

CELEBRAMOS EL DÍA DE LA PAZ CON POESÍA

BANDERAS POR LA PAZ, VERSOS CONTRA LA GUERRA

La poesía está ahí, a nuestro alcance. A nosotros nos toca acercarla a los alumnos, enseñarles a amarla. Así que aprovechamos cualquier evento para demostrar que sirve para todo.

Así de bonitas han quedado las banderas por la paz llenas de poesía.



















Desde aquí damos las gracias a los alumnos que han colaborado, y les regalamos otro poema:


LABOR

PAZ para la pluma y para el aire.
PAZ para el papel y para el fuego.
PAZ para la palabra y para la tierra.
PAZ para el pan y para el agua.
PAZ para el amor y para la causa.
PAZ para el pensamiento y para el camino.
PAZ para la semilla y para el átomo.
PAZ para la obra y para el hombre.


Blas de Otero (1916-1979)



domingo, 7 de febrero de 2016

HISTORIAS DE TERROR V

 BALPURGI



Esta historia está basada en hechos ocurridos durante el mes de octubre de 1957.

  El señor y la señora Balot decidieron cambiarse de casa por motivos de trabajo. Ya lo habían hecho en varias ocasiones, y esta vez se trasladaron al pueblo de Balpurgi, (un pueblecito muy pequeño situado al norte de Irlanda).

   El mismo día que llegaron a su nueva casa recibieron la visita de los vecinos más cercanos, y para darles la bienvenida, cada uno llevó un postre recién hecho. Lo extraño de estos vecinos es que todos eran ancianos.

   A la tarde siguiente, una tarde fría y oscura, la señora Balot decidió ir a casa de sus vecinos para devolverles las bandejas donde habían traído los postres, y cuando llegó al lugar se quedó paralizada. Esas casas preciosas y enormes donde vivían sus vecinos, eran ahora casas deshabitadas, viejas, en ruinas y llenas de telarañas. Parecía que nadie vivía allí desde hacía muchísimo tiempo.

   Decidió entrar en la primera casa y observar . Iba despacio y con mucho miedo. Subió a la primera planta y entró en una habitación fría y oscura, con retratos de personas ancianas colgados en las paredes. Todo era muy extraño.

   La señora Balot pudo ver que detrás de la puerta había un espejo, se acercó y comprobó que al mirarse, su cara iba envejeciendo de una forma que daba miedo. Se retiró rápidamente y decidió salir de la casa. Al bajar las escaleras, vio que la seguían todas esas personas ancianas y con caras horribles que estaban en los cuadros. Escapó como pudo y cuando llegó a casa se lo contó a su marido. Los dos decidieron marcharse de allí y trasladarse a otro lugar.

   En el pueblo se cuenta la historia, de que en esa casa fueron asesinadas muchas personas por ser ancianas, y que de vez en cuando aparecen para apoderarse del rostro de alguien joven y vengarse de esa forma, pero nadie se lo había contado al joven matrimonio porque creían que no volvería a pasar y así poder llenar el pueblo de gente joven otra vez.

                                                             Alicia Talavera Peña,  E 1.5

Para conocer más creaciones de esta pequeña artista, recomendamos que echéis un vistazo a su magnífico blog. Pinchad en la imagen.







viernes, 5 de febrero de 2016

EL NIÑO Y EL ELEFANTE

TALLER DE NARRACIÓN

En 2º de la ESO se ha realizado un taller narrativo que consistía en contar una historia a partir de una fotografía. Hemos elegido la mejor. Aquí tenéis la imagen y su historia. Esperamos que os guste.


EL PEQUEÑO ELEFANTE

Me levanto. Otro día igual, las mismas rejas, las mismas personas. Ahora es cuando entrará la misma chica de siempre diciendo lo mismo de siempre.

-Buenos días, Marfil. Vamos a prepararnos, que van a empezar las horas de visita.

Marfil, así es como me llaman. Las horas de visita, esas horas donde montones de "hijos", "papás" "abuelos" -lo sé porque así se llaman entre ellos-, se paran frente a mí y actúan como si fuese algo divertido. Les gusta verme comer, y por eso me tiran todo tipo de comida. Ellos saben que me sienta mal, pero aun así me la siguen dando porque les parece divertido.

Pero hoy es diferente. Hoy hay un niño, un niño que no me tira comida, que no se ríe de mí.

-Vamos, Steven, tenemos que irnos.

Steven, así es como le llaman.

Steven viene casi todos los días. Hoy vendrá, seguro. Me levanto y espero. Por fin le veo. Al lado suyo hay otro niño que se agacha para coger algo.

-Vamos a tirarle esta piedra.

Me va a hacer daño. Steven le quita la piedra. Retrocedo asustado. Ese niño que no se ríe de mí como los demás, me va a hacer daño. Pero no, tira la piedra al suelo y me mira.

-Tranquilo, no te voy a hacer daño.

Me acerco a la verja, tanto que los niños se asustan. Steven se queda quieto. Alargo mi trompa para intentar acercarme a él.

-¡Steven, aléjate de ahí!

-¿Qué pasa, señora? Oigo decir a uno de los chicos que me cuidan.

-Este elefante puede hacer daño a mi hijo.

-Tranquila, señora, nosotros nos encargamos.

El chico entra en mi jaula y me lleva hasta un sitio más pequeño y más oscuro que el de antes. No sé qué me van a hacer.

Hay un hueco. Asomo la cabeza y le veo. Ese chico, el que no se rio de mí, el que no me tiró comida, el que no me tiró la piedra; ese niño viene a ayudarme otra vez. Le veo correr, y algo que va a mucha velocidad, le hace desaparecer. No le veo y me pongo nervioso. Al rato oigo las pisadas del chico que me ha traído a este sitio, lleva algo en la mano. Se acerca y noto un poco de dolor. Empiezo a verlo todo negro y después...; después no siento nada.

Sandra Domínguez, E 2.3


jueves, 4 de febrero de 2016

VISITA AL ATENEO DE MADRID

Los alumnos de E 4.3 visitaron hace unas semanas el Ateneo de Madrid. Fue una visita francamente interesante. Aprendieron muchas cosas de la historia de de España y de su cultura. Nos guió Mayte Pedraza, vocal  de la Junta Directiva y apasionada ateneísta.

No se pudo ver la magnífica biblioteca porque estaban rodando una serie televisiva, pero, a cambio, pudieron hacerse una foto con uno de los actores: Joel Bosqued. 




miércoles, 3 de febrero de 2016

HISTORIAS DE TERROR V

LA CASA DE LA ABUELA



El Día de Difuntos me despertó mi madre entrando en mi habitación con el teléfono en la mano.

-Hija, este finde irás a casa de la abuela -dijo resaltando la palabra "irás".

-¿Tú y papá no iréis?

-No, pero tus primas sí. Recoge tus cosas que en una hora nos vamos.

No me dio tiempo a responder porque ya había salido de mi habitación. Me vestí, junté algunas cosas y las metí en una mochila; después bajé. Me subí al coche y fuimos hacia la casa de mi abuela, una pequeña casita apartada del pueblo en el que vive. Llegamos y vi a mis primas que habían llegado un poco antes. Me bajé del coche y me despedí de mis padres.

-Cuídate, y cualquier cosa, llámanos.

Se fueron y entré en la casa con mis primas Paula y Valentina. Dentro de la casa había muchas, muchas fotos de mi abuelo: en las paredes, sobre la mesa o sobre cualquier mueble. Me animé a preguntar.

-Abuela, ¿por qué hay tantas fotos del abuelo?

-Ya sabes que ha muerto. Es para recordarlo.

-¿De qué ha muerto? Nadie me ha contado nada -insistí yo picada por la curiosidad.

-Fue asesinado.

No pude decir nada, miré a mi abuela y vi que tenía una mirada extraña, parecía como si tuviera la mente en blanco, no había ninguna expresión en su cara.

-Bueno, abuela, vamos al pueblo a dar una vuelta- interrumpió Paula.

-Yo me quedo- dijo Valen.

-Yo también, no quiero salir- añadí yo.

Mi abuela y Paula se fueron, y me quedé sola con Valentina. Subimos a nuestro cuarto y acomodamos las cosas en su sitio. Como nos aburríamos, decidimos salir al jardín. Bajamos las escaleras y nos dirigimos a la puerta, pero no pudimos abrirla. Busqué las llaves en el cajón donde las guardaba la abuela, pero no estaban. Escuchamos un ruido arriba y creímos ver una sombra. Mi prima tenía miedo y se agarró a mí. Yo la tranquilicé. Escuchamos el sonido de cristales rotos. Decidimos subir a nuestro cuarto y allí vimos un jarrón roto en el suelo. Valen estaba cada vez más asustada y gritó con todas sus fuerzas al ver una figura blanca que se acercaba. Me acerqué a ella: era mi abuelo. Lo saludé tartamudeando.

-¿Qué hacéis aquí? No podéis estar aquí.

Sus palabras no sonaron con esa típica voz de fantasma de película, más bien parecía la de una persona normal, viva, que intentaba gastarnos una broma. Eso es, esto es una broma, pensé.

-¿Dónde estás, abuela?- dije yo.

-¿Qué dices, prima?, la abuela no está- dijo Valen.

-¿No ves que nos están gastando una broma?

-No lo creo- me contestó mi prima.

Era evidente que estábamos realmente solas. La figura había desaparecido. Oímos golpes en la habitación de al lado. Cuando entramos, vimos una ventana rota y que un rayo entraba por ella e iluminaba el cuadro de mi abuelo que había en la pared.

Escuchamos que la puerta de entrada se abría y las voces de mi abuela y Paula que ya estaban de vuelta. Cuando vieron nuestras caras de susto, nos preguntaron que qué nos pasaba. Les contamos todo lo ocurrido y, obviamente, no nos creyeron.

El resto del fin de semana pasó rápido y no volvió a ocurrir nada raro, aunque Valen y yo estuvimos muy inquietas. Cuando llegó la hora de volver, me preparé, salí de la casa, entré en el coche y, al mirar hacia la casa, allí estaba mi abuelo mirándome desde una ventana.

Rahela Cristina Petrosel, E 2.1


lunes, 1 de febrero de 2016

HISTORIAS DE TERROR IV

LA LLAMADA OCULTA





Un día normal como puede ser hoy, Mary se disponía a marcharse a clase. Cogió el bus de las ocho y cinco en la puerta de su casa, tras siete paradas cogió otro que la llevó hasta la parada más cercana de su instituto. Llegaba cinco minutos antes de la hora señalada para empezar las clases, como siempre, pero lo que a ella no le resultaba normal era estar recibiendo llamadas desde un numero oculto cada vez que el autobús hacia una parada. Ella respondía, pero nada se oía al otro lado de la línea, así que colgaba esperando que esa misteriosa persona volviera a llamar. Pero nada, no volvió a recibir ninguna llamada en toda la mañana, así que siguió con su día normal.

Terminó su jornada lectiva, charló a la salida con sus compañeras y se dispuso a ir hacia la parada del autobús para volver a casa. Ya se había olvidado de las llamadas de esa mañana, por eso se sobresaltó al ver que en la primera parada que hizo el autobús su móvil volvía a sonar. Enfadada, respondió la llamada, pero esta vez fue diferente, al otro lado de la línea se oía la respiración entrecortada de alguien, Mary, por más que preguntaba quién era, no recibía respuesta. Indignada se dispuso a colgar, pero, para su sorpresa, la persona misteriosa pronuncio unas palabras: “Te veo”. Y colgó. Mary dirigió la vista hacia las personas que se encontraban en el autobús, pero ninguna tenía un teléfono en la mano, nadie la miraba, ni se comportaba de forma extraña. Para Mary todo era realmente misterioso. Cuando se quiso dar cuenta  ya estaba a una parada de su destino. Bajó corriendo del autobús y desde fuera, miró a sus pasajeros y, para su sorpresa, vio a un encapuchado en la última fila que no había visto antes. Se quedó fijamente mirándolo y este, cuando el autobús estaba a punto de girar la calle, ya lejos de Mary, giró la cabeza y la miró fijamente, retiró su capucha y ella pudo ver sus ojos inyectados en sangre que la miraban con perversidad. Mary, asustada, subió a su casa y no pudo quitarse de la cabeza en toda la tarde los ojos de aquel chaval que la miraban fijamente. Pero sonó algo que la hizo salir de sus pensamientos: una llamada a su móvil, un número oculto. Respondió la llamada y se encontró con el siguiente mensaje, con una voz ronca parecida a la de la llamada anterior: “Sé que le has visto, pero ese no soy yo.” A Mary no le dio tiempo a articular ni una palabra, pues este colgó rápidamente.

A la mañana siguiente, Mary, perpleja por lo que había sucedido la tarde anterior, no podía dejar de pensar en ello de camino a clase. De pronto recibió una llamada otra vez, número oculto, descolgó y desde el otro lado de la línea, la voz ronca de siempre empezó a decir todos sus secretos y pensamientos, esos que nadie sabía, solo los que habitaban en la mente de Mary. Se dio cuenta de que este misterioso personaje había entrado en su mente. Horriblemente asustada hizo lo posible por dejar de pensar en ello; a lo mejor así salía este de su mente, pero fue en vano, cada vez era peor, ya no recibía llamadas sino que esa misteriosa voz la hablaba desde el interior de su cabeza, dándole órdenes y pervirtiendo poco a poco su mente sin que ella tuviera fuerzas para poder remediarlo.

Y así, día tras día, Mary se fue convirtiendo en una persona de la que era mejor alejarse. Ella no sabía qué le estaba pasando, solo se dejaba guiar por la persona que se había metido en su mente.

Hasta que un día, este misterioso personaje que se había hecho dueño de la mente de aquella muchacha decidió acabar con la vida de esta. Mary se dejó llevar por el impulso de su mente controlada. Poco a poco fue cortando sus muñecas con esa cuchilla con la que ya se había desahogado alguna que otra vez, creyendo que así aliviaba sus problemas; pero esta vez los cortes eran profundos y la sangre brotaba de ellos. Cuando Mary estaba casi inconsciente, mojó su dedo en la sangre derramada en el suelo y escribió en la pared “NO DEJES QUE TU MENTE TE DOMINE.” Pero su último impulso antes de morir, fruto de la manipulación de su mente, fue borrar el “NO” de aquella frase.

Carlota Martín, E 2.3

                                                                                                

sábado, 30 de enero de 2016

HISTORIAS DE TERROR III


EL BUS DE LAS 8

Esa noche no había dormido poco porque mi madre había salido y me costó conciliar el sueño. Me levanté; llegaba tarde a clase, por lo que salí corriendo.

Era una mañana con mucha niebla. Miré mi móvil para saber cuánto le quedaba al autobús por llegar, pero la aplicación había desaparecido. Me extrañó mucho, pero me quedé esperando y el autobús llegó. Le pregunté la hora al conductor: todavía me daba tiempo a llegar. Subí y el conductor me dijo que no hacía falta que picara, porque el viaje iba a ser muy largo. Miré para ver si había algún sitio libre. ¡No había nadie! Qué raro, pensé. Me senté atrás porque el conductor no me inspiraba mucha confianza. Me puse a mirar por la ventanilla, pero no se veía nada porque había mucha niebla y poca luz.

El bus se fue llenando de humo, como si hubiera entrado la niebla, y a mí cada vez me iba entrando más y más sueño; hasta que caí dormido. Cuando me desperté, no sabía dónde estaba. Fui a hablar con el conductor, pero... ¡No había nadie! Pensé que lo mejor era ver dónde estaba. Salí y no había nada, solo tierra, tierra y más tierra: eso era un desierto. A lo lejos vi una casa. Me acerqué, llamé a la puerta, pero nadie respondía. Entré. La casa estaba prácticamente vacía y había una escalera para subir al piso superior. Subí. La escalera estaba muy vieja y crujía. En el primer descansillo vi un osito de peluche ensangrentado. Decidí no pararme y seguir adelante. A medida que subía, mi miedo también aumentaba. Cuando llegué arriba, abrí una habitación y vi una sombra balanceándose. No me atreví a entrar. Oí una voz que venía de otra habitación:

-¿Qué haces aquí?

Entré y vi que había una niña con un vestido blanco y un peluche en la mano. Quise salir corriendo. La puerta se había cerrado y no podía abrirla. Lo conseguí y salí de allí, pero la niña me seguía. Tenía los ojos en blanco y cada vez se acercaba más.

Bajé corriendo las escaleras y entré en la cocina. Allí, en el suelo, estaba el conductor muerto. La puerta estaba cerrada. No tenía salida, solo podía saltar por la ventana, y eso fue lo que hice, aunque tuve que romper el cristal. Me hice algunas heridas.

Sorprendentemente, se había hecho de noche. A lo lejos vi una luz; lo único que podía hacer era acercarme. Era una casa y llamé a la puerta. Una mujer me abrió y me preguntó que qué me pasaba. Vio mis heridas y me dejó pasar. Me curó y me dijo que podía quedarme, que había una habitación en el sótano. Bajé y entré en ella. La puerta se cerró de golpe. ¡Me había quedado encerrado!

Por una pequeña ventana entraba el reflejo de la luna que iluminaba un reloj parado que marcaba las ocho. Cuando mi vista se acostumbró, miré a mi alrededor y encontré los cadáveres de las personas que siempre cogían el autobús. Me quedé paralizado, mi vista se nubló.

Cuando volví en sí, estaba en una camilla, atado de pies y manos. Todo había sido culpa de mi imaginación.

Adrián Poveda, E. 2.1


viernes, 15 de enero de 2016

HISTORIAS DE TERROR II



SOLO UNO DE NOSOTROS

Todo ocurrió el jueves 2 de julio, era un día especial ya que me graduaba con mis amigos en la Universidad. Decidimos entre todos hacer una fiesta de despedida en mi casa ese mismo día, aprovechando que mis padres no estarían allí.

Al acabar la graduación nos fuimos a mi casa donde ya estaba todo preparado para que fuese la mejor noche de nuestras vidas. Una vez allí no paramos de bailar y beber, como si nos fuera la vida en ello.
De repente, la música cesó misteriosamente. No le dimos importancia, le di al play y seguimos bailando. Un rato después se escuchó un fortísimo golpe que nos paralizó a todos menos a Jack, que siguió bailando como loco. Segundos después se apagaron las luces de discoteca dejando paso a otras rojas e intermitentes.

-¿Qué está pasando?- dijo Sawyer desconcertado.
Y en la pantalla de la televisión apareció una frase en letras mayúsculas, que comencé a leer en voz alta: SOLO UNO PUEDE SALIR CON VIDA

Acto seguido, Juliet gritó – ¿¡Qué quiere decir esto!?
-¿Será una de vuestras bromas sin gracia, no chicos?-dijo Roby vacilando.
Todos negamos con la cabeza.
En la pantalla del televisor volvió a aparecer otra frase, que esta vez leyó Jack: HABRÁ UNA SERIE DE PRUEBAS

Kate empezó a correr hacia la puerta principal para intentar huir, pero al girar el pomo una bala le atravesó la cabeza y se desplomó sangrando en el suelo. Antes de que nos diera tiempo a reaccionar a lo que había sucedido, apareció una nueva frase: SEGUID  HACIENDO TONTERÍAS Y ACABARÉIS COMO LA POBRE DE KATE

Sawyer corrió hacia el cadáver de Kate.
-¿¡Quién eres y qué coño quieres de nosotros!?- gritó furioso entre lágrimas.
Desmond, siguiéndole el rollo, dijo con voz ronca.
- Cacho cabronazo, como te pille te vas a ent…-
Antes de que pudiera acabar su amenaza, una nueva frase apareció en la pantalla: OS DIVIDIRÉIS EN TRES GRUPOS DE DOS PERSONAS

-¿Por qué crees que te vamos a hacer caso?- dijo Jack decidido.
Un cuchillo salió disparado de la cocina y rozó su oreja.
Al instante siete palabras nuevas aparecieron en la pantalla: POR LA VIDA DE UNO DE VOSOTROS

Durante un instante todos nos quedamos sin saber cómo reaccionar ante aquella situación. Hasta que apareció una nueva frase que leí con voz temblorosa: 
1er GRUPO: SAWYER, CLAIRE
HABITACIÓN DE CLAIRE

Me asusté mucho al leer que iba en el grupo con mi mejor amigo, ¿qué quería decir eso? ¿Acaso le vería morir? Seguí leyendo al aparecer el siguiente grupo:
2º GRUPO: JACK, ROBY
HABITACIÓN PRINCIPAL

Y por último leí el tercer grupo:
3er GRUPO: DESMOND, JULIET
HABITACIÓN DE DESMOND    
             
-¿Por qué le habrá tocado a mi hermanito con esa arpía?- pensé para mis adentros.
Cuando acabé de leer, todos nos fuimos a nuestros destinos sin mediar palabra.
Sawyer y yo nos abrazamos al llegar a la puerta de mi habitación. Supongo que fue porque nos esperábamos lo peor.
Al entrar vimos en la pantalla de mi ordenador un mensaje que leyó Sawyer con voz muy firme: 2ª PRUBA: SIEMPRRE JUNTOS.
Sawyer y yo nos miramos a la par y le dije lo que ninguno de los dos nos atrevíamos a decir:
- Si esta es la segunda cual será la prim...- el ruido de un fuerte disparo me cortó en medio de la frase. Los dos miramos asombrados hacia la puerta de la habitación.
-¿¡Qué cojones ha sido ese disparo!?- pregunté ahogada en llantos.
Y, de repente, otro disparo suena dejándonos perplejos.
-¡Quiero ver a mi maldito hermano!. Al ver que no hubo respuesta me impacienté:
 - ¡Lo quiero ver ahora, joder, AHORA!
Sawyer me cogió con firmeza cuando vio que iba a girar el pomo de la puerta.
-Tranquila, Claire, solo están intentando jugar con nosotros.- me susurró al oído con ternura.
 – No quiero que te pase lo mismo que a Kate, ¿de acuerdo? Yo te protegeré.
Sus palabras me tranquilizaron y me hicieron sentir segura, tan segura que empecé a leer en qué consistía nuestra prueba:
ESTA PRUEBA CONSISTE EN QUERER Y SER QUERIDO, EN VER QUÉ DARÍA EL UNO POR EL OTRO. SI NO HABÉIS ENTENDIDO LA TEORÍA, TRANQUILOS, LO ENTENDERÉIS CON LA PRÁCTICA.
SAWYER, TÚ TE COLOCARÁS APOYADO EN LA PARED DE  EN FRENTE DEL ORDENADOR, Y TU, CLAIRE, TE COLOCARÁS  DOS PASOS  A LA IZQUIERDA DE SAWYER.

Al ver que me había quedado paralizada y temblorosa en el sitio, Sawyer se acercó y mientras que me da un abrazo me dijo:
-Tranquila, no tengas miedo, todo saldrá bien ¿entendido? No dejaré que te pase nada malo.- cuando dejé de temblar, me dio un beso de aprobación en la frente.
Los dos nos situamos en nuestros puestos, donde, de repente, unas cuerdas nos ataron a unos ganchos clavados en la pared y una vez atados, empezó la prueba: PRESTAD MUCHA ATENCIÓN A LO QUE LEÉIS. Y CONTESTAD CON TOTAL SINCERIDAD, QUÉ SERÁ LO QUE DETERMINARÁ QUIÉN GANE ESTA PRUEBA.

Todos sabíamos que perder la prueba significaba morir en el intento, así que intentamos responder con la mayor sinceridad posible.

La primera pregunta iba para Sawyer:
1ª PREGUNTA SAWYER:
¿DARÍAS UNA MANO PARA MANTENER CON VIDA A CLAIRE?
-Por supuesto.- respondió sin pensárselo un segundo.
De repente, salió una sierra eléctrica del armario que fue directa hacia Sawyer. En el ordenador ponía: ESPERO QUE HAYAS RESPONDIDO CON SINCERIDAD QUERIDO SAWYER.

Nada más leerlo, la sierra mecánica se aproximó a la mano derecha de Sawyer, así cortándola y separándola del resto del brazo.
-¡¡AAAY!!- un gran grito de dolor salió de la garganta de Sawyer.
Yo prefería no mirar ni a su brazo ni a él.

Sin piedad alguna salió la siguiente pregunta que iba dirigida a mí:
2ª PREGUNTA: ¿DEJARÍAS QUE TE HIRVIESEN LA PIEL POR LA VIDA DE SAWYER?
-Él se merece todo.- contesté muy convencida.

Me sentí muy bien con mi contestación hasta que vi venir un barril de agua hirviendo que dejó caer sobre mí, dejándome casi inconsciente por el dolor y las quemaduras de la cara, pero tuve fuerzas para leer la siguiente pregunta, que iba dirigida a Sawyer.
3ª PREGUNTA SAWYER:
ESTA PREGUNTA ES NECESARIO QUE LA PIENSES CON TRANQUILIDAD, ¿DARÍAS TU VIDA, PARA SALVAR LA DE CLAIRE?
Sawyer me miró, yo le miré y los dos sabíamos la importancia de la respuesta a esta pregunta.
-No lo hagas.-dije entre sollozos.
Sawyer me hizo una mueca de sonrisa forzada y me retiró la mirada.
-Sí, daría la vida por ella sin pensarlo un instante.
-Sawyer, ¡no!
Un cuchillo aterrizó en el estómago de Sawyer, e hizo que se desangrase poco a poco. Mientras que esto sucedía, le dije un último y primer te quiero.
En el ordenador ponía unas felicitaciones:
ENHORABUENA, HAS PASADO DE PRUEBA, TE ESPERO EN EL SALÓN PARA LA DEFINITIVA Y ÚLTIMA PRUEBA.

Cuando llegué al salón vi una mesa, dos sillas y un arma. Y escuché un estruendoso y ahogado grito femenino. De repente, vi aparecer a Desmond entre lágrimas.
Le di el abrazo más fuerte que podía darle  y mientras le pregunté- ¿Qué ha pasado?
-Todo ocurrió tan rápido…, yo no pude hacer nada…- respondió Desmond pausadamente.
-Lo importante es que estamos vivos, ¿vale hermanito? – le dije para tranquilizarle
Me dispuse a leer la última prueba:
ÚLTIMA PRUEBA: TÚ O YO
ESTA PRUEBA ES LA MÁS SENCILLA Y  COMPLICADA A LA VEZ.
CADA UNO SE SENTARÁ EN UNA DE LAS SILLAS. EL MÁS VALIENTE COGERÁ EL ARMA Y TENDRÁ  PARA ELEGIR ENTRE DOS OPCIONES: MORIR O MATAR 
QUE COMIENCE LA ÚLTIMA PRUEBA. Y SUERTE…

Los dos nos abrazamos por última vez y nos sentamos, ocurrió lo que me esperaba, unas cuerdas nos ataron los pies y una mano a la silla.
Cuando me disponía a ser valiente y coger el arma con la mano derecha, ya era tarde, mi hermano ya lo había hecho. Tenía la pistola apuntándole a la cabeza.
-Por favor no lo hagas hermanito -le dije llorando-. Te quiero.
-Quiero que mis últimos pensamientos y acciones sean las de haberte salvado, Claire. Te quiero hermanita. Al acabar de pronunciar la frase, apretó el gatillo y se quedó sin vida encima de la silla.
Un minuto después de haber muerto Desmond, las puertas se abrieron de par en par. Era “libre”.
Un último mensaje proyectó la pantalla del televisor:
HAS GANADO, PERO… ¿DE VERDAD TE SIENTES GANADORA Y CON VIDA?

 Un año después…

-Muy bien señorita Claire, así que lo que nos está diciendo, es que un hombre controlaba su casa y le ponía pruebas a usted y a sus amigos para que acabaran con sus vidas entre ustedes; ¿me equivoco?
-No lo diga como si estuviera loca -digo vacilando.
-Y, ¿cómo es que fue usted la afortunada que salió con vida?- pregunta el abogado
-No lo sé, ni tampoco quiero saberlo.-respondí con la cabeza agachada.
-Señorita Claire, encontraron cinco cadáveres en su casa, tres con heridas de balas, uno con signos de apuñalamiento y, por último, una chica que murió asfixiada. Y todos eran conocidos de usted.- dice la jueza con voz acusadora.
-Yo no maté a nadie, le suplico que no me acuse de asesinato a sangre fría.- digo rompiendo a llorar.
-La jueza solo dice que lo único que tiene con usted son esas quemaduras.- aclara el abogado con voz burlona.
-¡Yo no maté a mi hermano, no maté a mis amigos y no soy una asesina!
-Déjeme preguntarle una cosa más…ganó el “juego”, pero… ¿de verdad se siente ganadora y con vida?
Subo la cabeza y le miro fijamente a los ojos, pero no respondo. Creo que no hace falta que lo haga.

-Ya he oído suficiente. Ya tengo mi veredicto. Claire Separ, queda declarada…

María Cuesta Serrano, E 2.1

miércoles, 13 de enero de 2016

HISTORIAS DE TERROR I


Cualquier excusa es buena para ponerse a escribir, así que, aprovechando festividades paganas y extranjerizantes, como el dichoso halloween, alumnos de 2º de la ESO dieron rienda suelta a su imaginación y a sus bolígrafos. Aquí irán apareciendo algunas de sus historias, disfrutadlas.

LA NIÑERA ATERRORIZADA

Una chica de dieciocho años decidió ofrecerse para cuidar a los niños de su vecino porque salían a cenar, y así ella se ganaría un dinero extra. No sabía que pasaría la peor noche de su vida.

Cuando acostó a los pequeños, de dos y cuatro años, en la habitación de la planta de arriba, ella se sentó en el salón; entonces comenzó a llover. De repente, sonó el teléfono y cuando lo cogió, sonó la voz de un hombre que emitía sonidos extraños. Se asustó y colgó.

Lo que era una simple lluvia se convirtió en tormenta. Volvió a sonar el teléfono, y era el mismo hombre, pero ahora le habló y le dijo que estaba en la habitación de arriba y que la esperaba allí. Empezó a oír gritos y golpes por la casa, estaba aterrorizada. Cuando subió a ver a los niños, se quedó de piedra... La niña estaba muy despeinada y arañaba la pared, y el niño estaba llorando lágrimas de sangre y le gritaba: ¡ABANDONA LA CASA! ¡ABANDONA LA CASA! ¡ABANDONA LA CASA O TE ARRANCAREMOS LOS OJOS COMO HEMOS HECHO CON ÉL!

Se refería a un hombre que estaba en el suelo, tumbado boca abajo en un gran charco de sangre... La chica, aterrorizada, bajó las escaleras envuelta en sudor, cogió el teléfono y llamó a los padres para que volvieran a casa.

Cuando llegaron, subieron las escaleras corriendo, entraron en la habitación de los niños y vieron dos cadáveres en el suelo. Todo estaba lleno de sangre y los niños en sus camas, durmiendo plácidamente como angelitos...

Mónica Martín-Albo, E 2.1