Durante dos días, en la entrada del centro se instaló un mercadillo de libros solidario. Había de todo un poco y mucho interesante.
Por un módico precio, cualquiera podría llevarse un clásico, un moderno o un trasnochado a casa. Además, el AMPA ofrecía un desayuno gratis a cada comprador de libros: alimentando el estómago y el cerebro.
Algunos profesores se convirtieron en libreros a tiempo parcial.
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