Acabamos el año con un poema de Jorge Luis Borges (1899-1986), argentino y universal. Fue y es uno de los grandes. Nunca le dieron el Premio Nobel.
FINAL DE AÑO
Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro
que surge
ni el cumplimiento de un proceso
astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos
azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Herácllito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
Jorge Luis Borges