Pues por ese "casi" iniciamos este mes un homenaje a dos poetas: Miguel Hernández (1910-1942), del que se han cumplido -el 28 de marzo- los setenta y cinco años de su triste muerte; y Gloria Fuertes (1917-1998), de la que celebremos el centenario de su nacimiento.
A lo largo de todo el mes irán apareciendo en nuestro blog sus poemas, noticias de sus vidas, imágenes, canciones... Todo el mes. No se merecen menos.
Empezamos hoy con un poema de Miguel Hernández con el que celebramos, además, el recién iniciado mes de abril.
Se trata de un poema joven y gongorino en el que Miguel describe la primavera levantina. La realidad, llena de color, se convierte en brillantes metáforas. Nos quedamos con esas palmeras: "giraldadas alturas datileras".
ABRIL- gongorino
Deponiendo
blancuras iniciales,
lunas atropelladas
campeadoras,
con espuelas de
palmas surtidoras,
cañas jugando
en potros de cristales;
imperiales
granadas, dulces moras,
valencias de
capullos y rosales
gana Abril:
cid-ruy-diaz de colores,
en campo, en
lucha, en verdor, en flores.
Con pasto de
algodón, niño, de mano,
a fuerza de
paciencia y de meneo,
ya apacienta en
los cielos su correo,
una vez
liberal, otra tirano.
La naranja,
verdugo veterano,
la inocencia
ejecuta de su reo,
párpado de su
olor, puerto de abeja,
que ni muere
del todo ni se queja.
Interlunas,
oriámbares, temblores,
giraldadas alturas
datileras,
sin barandas desnucan
ni escaleras,
jinetes del
Señor, mozos mayores.
Se bisan por
amor los ruy-señores
sobre las
millonarias ya riberas
del álamo
mudable, si por trino,
y el lagarto
-¡esplendor!- firma su sino.
Movimiento de
seda que se anilla
a fuerza de
dormir y verde cama,
con espíritus
de hilo celdas trama,
carcelero,
después preso en capilla.
Traduce, ¡con
qué fe tan amarilla!,
el oro cascabel
más alto en rama,
por surgir, si
no víctima de gala,
redentora
semilla de ala y ala.
Espigas
pronostican coberturas
en tanta pugna,
en tanta unión de panes:
presuntas de
riqueza arquitecturas
para enarcar
con eras, con afanes.
Haciendo el río
bruscos ademanes,
ministro de
fomento de hermosuras,
jurados por
error, conflictos crea,
de ramas que a
su fuga acusan rea.
Salvavidas de
pétalo y espina,
cables echa el
rosal, tablas de gracia,
a la náufraga
miel que, muda, sacia
su sed, y
titubea parlanchina.
Canos
desembaraza el sol, inclina
Montes de
vidrios bordes –verbigracia:
Pues no
propende ni a tenor ni a río,
Sin trillo de
calor, parva de frío.
De punta en
blanco armado, puro el lilio,
orinal del
relente, sublunado,
faldones de
organdíes saca al prado
entre las
hierbabuenas de Virgilio.
Se pronuncian
las hojas en concilio,
y el áncora, si
el hueso de su estado,
muda en sombra
el sostén –rama- del higo,
moro plural,
que, al fin, vence a Rodrigo.
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