Josefina fue su amor joven, quizá convencional: era la mujer destinada para ser la madre de sus hijos. Fue la mujer destinada a sufrir la ausencia y el dolor.
Te me mueres de
casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.
Yo te libé la
flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
El fantasma del
beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más potente, negro y grande.
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más potente, negro y grande.
Y sin dormir
estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.
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