Nos acercamos a los exámenes finales, esos exámenes en los que te juegas irte a la playa en verano o ir a una academia tres horas al día para aprobar los exámenes en septiembre y poder pasar de curso sin ninguna asignatura pendiente. Sin ninguna duda, la tentación de copiar está presente en la mayoría de los alumnos, y ante esa situación se plantea la siguiente pregunta: ¿Es ético copiar?
No, rotundamente no, y es algo que se debería vigilar mucho más de lo que realmente se vigila y debería estar controlado y castigado como lo están los casos de dopaje en el deporte. ¡Eso sí es control!
Resulta totalmente injusto que un alumno que copia obtenga mejores resultados que otro que haya estudiado; y si no, preguntádselo a aquellos alumnos que no copian. La maravillosa capacidad de copiar es algo que unos tienen y otros no, pero tenerla no hace que copiar sea ético y, mucho menos, justo.
¿Cómo sería una sociedad gobernada y dirigida por los que copiaron en sus estudios o en sus oposiciones? Quién sabe si esto ya está sucediendo. Solo espero que el anestesista que ha de atender a mi abuelo en la operación a corazón abierto que le van a realizar no haya copiado durante su carrera.
Nunca se podrá controlar por completo, pero, desde luego, puede reducirse el número de aquellos de los habilidosos copiadores: un par de castigos severos pueden solucionar el problema.
Creanme, queridos lectores, copiar es el pan de cada día en estas fechas.
Javier Martínez Estévez (1º de Bachillerato)
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