Amarillean los melocotoneros, y todo el mundo,
huyendo de la lluvia, se guarece en las casas.
Se cubren de verdín los estanques y las acequias,
y se oye por doquier el croar de las ranas.
Es más de media noche, y no acudió a la cita
que me diera,
Yo esperaba, moviendo perezoso las piezas de ajedrez
bajo la moribunda floración del farol.
Se Ma Kuan
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