DE LO QUE LE SUCEDIÓ AL HOMBRE QUE PERDIÓ
LA OPORTUNIDAD DE SER AMADO
¡Patronio!
¡Patronio! -gritaba el conde Lucanor. ¡Necesito tu ayuda!
Dígame,
señor mío –dijo el sirviente.
Ayer
estaba yo dando un paseo por Sanlúcar de Barrameda, cuando me encontré a una
muchacha –explicaba el señor-. Sin querer, tropecé con ella y cuando la vi
sentí que sería el amor de mi vida, ¿qué me aconsejaría usted que hiciera?
Esto
que me cuenta usted, me recuerda una vieja historia que me contó mi
madre cuando era chico –le contestó Patronio. La historia decía así:
Érase
un mozo al cual nadie quería, no se sabe bien el por qué, ya fuera por sus
apariencias o ya fuera porque no tenía dinero. Un día iba tan tranquilamente
paseando cuando tropezó con una señorita por casualidad. El chico se disculpó y
la chica, tan amable, quiso quedarse un rato a hablar con él. Estuvieron
hablando durante horas, pero la mujer ya se tenía que ir y entonces quedaron
para verse otra vez, en aquel mismo sitio, al día siguiente.
El
muchacho pensó que esa señorita era demasiado para él y que se merecía algo
mejor, por lo que no se presentó a aquella cita y perdió la oportunidad de ser
querido por alguien.
Con
esta historia que le cuento –explicaba Patronio– le quiero venir a decir que,
si a usted le ha gustado aquella muchacha, vaya tras ella y no la deje escapar,
ya que no sabe si volverá a sentir eso por otra persona.
Al
conde Lucanor le gustó el consejo dado por Patronio, decidió llevarlo a cabo y
le fue bien; y como a mí me ha parecido de interés, lo he contado aquí.
Moraleja:
Aprovecha
sin dudar el momento,
o la
oportunidad se la llevará el viento.
Lucía
Pérez Rodríguez, BCT11
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