LA LLAMADA OCULTA
Un día normal como puede ser hoy, Mary se disponía a marcharse a clase. Cogió el bus de las ocho y cinco en la puerta de su casa, tras siete paradas cogió otro que la llevó hasta la parada más cercana de su instituto. Llegaba cinco minutos antes de la hora señalada para empezar las clases, como siempre, pero lo que a ella no le resultaba normal era estar recibiendo llamadas desde un numero oculto cada vez que el autobús hacia una parada. Ella respondía, pero nada se oía al otro lado de la línea, así que colgaba esperando que esa misteriosa persona volviera a llamar. Pero nada, no volvió a recibir ninguna llamada en toda la mañana, así que siguió con su día normal.
Terminó
su jornada lectiva, charló a la salida con sus compañeras y se dispuso a ir
hacia la parada del autobús para volver a casa. Ya se había olvidado de las
llamadas de esa mañana, por eso se sobresaltó al ver que en la primera parada
que hizo el autobús su móvil volvía a sonar. Enfadada, respondió la llamada,
pero esta vez fue diferente, al otro lado de la línea se oía la respiración
entrecortada de alguien, Mary, por más que preguntaba quién era, no recibía
respuesta. Indignada se dispuso a colgar, pero, para su sorpresa, la persona
misteriosa pronuncio unas palabras: “Te veo”. Y colgó. Mary dirigió la vista
hacia las personas que se encontraban en el autobús, pero ninguna tenía un
teléfono en la mano, nadie la miraba, ni se comportaba de forma extraña. Para
Mary todo era realmente misterioso. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba a una parada de su destino. Bajó
corriendo del autobús y desde fuera, miró a sus pasajeros y, para su sorpresa,
vio a un encapuchado en la última fila que no había visto antes. Se quedó
fijamente mirándolo y este, cuando el autobús estaba a punto de girar la calle,
ya lejos de Mary, giró la cabeza y la miró fijamente, retiró su capucha y ella
pudo ver sus ojos inyectados en sangre que la miraban con perversidad. Mary, asustada,
subió a su casa y no pudo quitarse de la cabeza en toda la tarde los ojos de
aquel chaval que la miraban fijamente. Pero sonó algo que la hizo salir de sus
pensamientos: una llamada a su móvil, un número oculto. Respondió la llamada y
se encontró con el siguiente mensaje, con una voz ronca parecida a la de la
llamada anterior: “Sé que le has visto, pero ese no soy yo.” A Mary no le dio
tiempo a articular ni una palabra, pues este colgó rápidamente.
A la
mañana siguiente, Mary, perpleja por lo que había sucedido la tarde anterior,
no podía dejar de pensar en ello de camino a clase. De pronto recibió una
llamada otra vez, número oculto, descolgó y desde el otro lado de la línea, la
voz ronca de siempre empezó a decir todos sus secretos y pensamientos, esos que
nadie sabía, solo los que habitaban en la mente de Mary. Se dio cuenta de que
este misterioso personaje había entrado en su mente. Horriblemente asustada
hizo lo posible por dejar de pensar en ello; a lo mejor así salía este de su
mente, pero fue en vano, cada vez era peor, ya no recibía llamadas sino que esa
misteriosa voz la hablaba desde el interior de su cabeza, dándole órdenes y pervirtiendo
poco a poco su mente sin que ella tuviera fuerzas para poder remediarlo.
Y así,
día tras día, Mary se fue convirtiendo en una persona de la que era mejor
alejarse. Ella no sabía qué le estaba pasando, solo se dejaba guiar por la
persona que se había metido en su mente.
Hasta
que un día, este misterioso personaje que se había hecho dueño de la mente de
aquella muchacha decidió acabar con la vida de esta. Mary se dejó llevar por el
impulso de su mente controlada. Poco a poco fue cortando sus muñecas con esa
cuchilla con la que ya se había desahogado alguna que otra vez, creyendo que así
aliviaba sus problemas; pero esta vez los cortes eran profundos y la sangre
brotaba de ellos. Cuando Mary estaba casi inconsciente, mojó su dedo en la
sangre derramada en el suelo y escribió en la pared “NO DEJES QUE TU MENTE TE
DOMINE.” Pero su último impulso antes de morir, fruto de la manipulación de su
mente, fue borrar el “NO” de aquella frase.
Carlota Martín, E 2.3
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