El amor es un juego en el que todos sufrimos, unos más y otros menos, pero siempre acabamos dañados. A pesar de todo, es el sentimiento más bonito del mundo, y quien diga que no lo ha sentido nunca, miente, ya que todos pasamos alguna vez por ello.
Mi abuelo estaba muy enamorado, pero de la persona equivocada, eso mismo afirma en su diario, el cual me dejó en herencia días antes de que un cáncer terminal acabase con su vida.
10 de enero de 1946
He comenzado a estudiar Derecho en la Universidad, ya que quiero convertirme en un importante abogado. Todo el mundo tiene fe en mí, y no pienso defraudarlos. Muchos me identifican con Federico García Lorca porque nuestras personalidades son comparables y su destreza e inteligencia se asemeja a la mía.
15 de enero de 1946
Hoy me hallaba en clase muy concentrado, como de costumbre; sin embargo, los intensos gritos de mis compañeros no me dejaban prestar atención con precisión. El profesor, harto de ello, decidió castigarnos, obligándonos a preparar el temario nosotros mismos por parejas. A mí no me pareció buena idea, porque soy muy independiente. Mi compañero seleccionado fue un joven llamado Leonardo. Él es alto y delgado, su mirada es cautivadora y sus ojos transmiten paz y serenidad.
Hemos debatido sobre el derecho a la educación. Lonardo considera y afirma que solamente deben recibir una educación los que puedan permitírselo económicamente debido a que si su familia posee importantes riquezas es porque se han esforzado en conseguirlas, mientras que los que tienen problemas económicos no lo han hecho y, por lo tanto, no se merecen recibir una educación. Mis ideas son contrarias a las suyas, no nos entendemos y no conseguimos llegar a un acuerdo.
18 de enero de 1946
Estoy cansado de la actitud de Leonardo, no aprecia los valores que nuestro Señor Dios nos ha obsequiado, simplemente piensa en lo material.
He pedido al profesor un cambio de pareja, pero insiste en que Leonardo necesita mi ayuda para comprender la realidad y apreciar la vida desde otra perspectiva.
20 de enero de º946
Leonardo se ha comportado hoy de manera ejemplar. Me ha pedido disculpas por se tan egocéntrico y por no apoyar mis ideas. Además, me ha ofrecido ir a su casa para preparar el siguiente debate.
Al llegar a su casa, hemos subido a su habitación. El debate trataba sobre la homosexualidad. Leonardo afirma que cada uno es libre de expresar lo que siente, a pesar de que la sociedad no lo apruebe.
De repente, Leonardo me ha dicho que tenía algo importante que contarme. Me ha mirado fijamente con deseo y se ha abalanzado sobre mí. Me ha besado apasionadamente.
-En estos días me he sentido atraído por ti, y necesitaba descubrir si lo que sentía era real o no- me ha dicho tembloroso.
-¿Y lo es?
-Sí.
-Verás... Yo...
-¡Cállate! Yo digas nada- ha dicho interrumpiéndome. No quiero que estropees este momento con tus cultismos, únicamente déjate llevar y sé tú mismo.
Nos hemos dejado llevar y hemos rozado nuestros labios cada vez uniéndonos más y más, hasta que he sentido una agradable sensación y un leve cosquilleo revoloteando por mi estómago, como si de una mariposa se tratase.
-Tengo que irme- le he dicho nervioso, después de finalizar el beso.
-Vale.
25 de enero de 1946
Mis sentimientos hacia Leonardo han aumentado con el transcurso de los días, de manera que, engañándome a mí mismo, le he dicho que no podíamos estar juntos. Era mejor finalizar con ello, ya que algún día el secreto saldría a la luz y nuestras familias nos despreciarían.
26 de enero de 1946
He recibido una carta de Leonardo. Me ha citado en un lugar cerca de la Universidad. Quiere dialogar sobre "nuestra relación".
-Hola- le he dicho fríamente.
-No podemos seguir así. Te quiero y sé que tú a mí también.
-Lo sé, pero.¿tú quieres que nos asesinen como hicieron con Lorca, o que nuestras familias nos dejen de hablar?
-No, pero quiero ser feliz, y sé que solamente lo seré a tu lado.
En ese momento, he recordado uno de los mejores días de mi vida. Ese día, Leonardo y yo nos hallábamos en el parque riéndonos de las palomas, las cuales se peleaban por el pan que estábamos tirándoles. Entonces, he entendido que era lo mejor que me había pasado en mi vida y he decidido hacer lo que sentía. Le he agarrado del brazo y le he guiado junto a la puerta principal de la Universidad tapándole los ojos para que no pudiese ver a dónde le iba a llevar.
Una vez allí, he decidido besarle frente a todo el mundo. La gente, asombrad, nos ha mirado con desprecio y nos ha insultado groseramente; sin embargo, ha sido un momento mágico que repetiría una y otra vez.
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Actualmente, como bien sabes, estoy muy enamorado de tu abuela, pero nunca olvidaré a Leonardo y lo que hizo para evitar que mi vida estuviese cercana a las desafiantes garras de la muerte, ya que, para salvarme, fingió aquel 26 de enero que le había besado por obligación y bajo amenaza suya. Él tuvo que cumplir condena, porque en aquella época la homosexualidad era un delito. Finalmente, se suicidó, puesto que no soportaba estar sin mí.
Siempre le recordaré y le llevaré en mi corazón, y más ahora que sé que nos reuniremos pronto.
Solamente quiero que sepas que quiero que seas feliz, que luches por tus derechos y por tus sueños, y que nunca dejes que nadie te los arrebate, porque tú eres el único dueño de ellos. No dejes que nada ni nadie te impida ser feliz.
Te quiere, tu abuelo Ricardo.
Sandra Domínguez, 1º de Bachillerato
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