LO QUE LE OCURRIÓ A UNA JOVEN POR NO
ACEPTARSE A SÍ MISMA
Como de costumbre,
Raquel y María estaban hablando de su día a día. Últimamente
no se veían mucho, y por ello Raquel se sentía más sola de lo normal,
así que decidió contarle a María la situación por la que estaba pasando.
-María, siento que todo esto me supera… El cambio
de la ESO a Bachillerato, mis nuevos compañeros, mi constante problema con los
chicos… Me siento insegura, más bien insatisfecha conmigo misma. Me da la
sensación de que falla algo y ese algo soy yo… No me encuentro, ¿me entiendes?
No sé cómo explicarlo… La cuestión es que, inevitablemente, me veo gorda, fea…,
siempre reflejada en el espejo de forma negativa, y
todo a pesar de que me insistan en lo contrario. Por ello, es que desde hace ya
meses llevo tomando medidas, como dietas,
deporte, beber mucha agua, dejar a un lado todo aquello que no sea natural para
el cuerpo y muchas cosas más en las que no paro de pensar continuamente. Lo peor de todo es que, cuando empiezo a sentirme mejor, me doy "atracones" de comida, y la culpa es aún más grande de que era antes... No encuentro reposo, no me siento feliz...
María, al escuchar los lamentos de su amiga, le
contesta:
-Raquel- dijo María-, lo
que te sucede es algo que se está haciendo común entre las jóvenes del siglo
XXI. Os obsesionáis con vuestro cuerpo aun siendo preciosas tal y como sois.
Mira, te aconsejo que no vayas por ese camino, busca ayuda, más te vale acabar
con esto ya, porque, de no hacerlo, acabarás como Andrea, la chica que iba al
instituto de la esquina.
Raquel ante tal contestación le pidió a María que
le contase qué le había sucedido.
-Raquel- dijo María-, a Andrea,
la chica con la que solíamos jugar de pequeñas, esa que no era muy atractiva
que digamos, le ocurrió más o menos lo mismo que a ti. Empezó a obsesionarse
con su cuerpo cada vez más; ¿y por qué? Por nada, por querer ser aceptada por los demás, por llamar la atención
de aquellos que la veían andar
por los pasillos, por sentirse querida por un chico… Llegó un momento en el que
sí, su cuerpo empezó a parecerse a ese que tanto deseaba. Sin embargo, Andrea no se daba por satisfecha, tanta era su
obsesión, que siempre se encontraba
un defecto. La pobre chica acabó mal, muy mal. Si al principio estaba rellenita
ahora estaba delgadísima y débil; si antes tenía pocos granos, ahora su piel se había demacrado, perdido su
brillo; el esmalte de sus dientes se desgastó por causa de los jugos gástricos
al vomitar… Tarde fue cuando se dio cuenta de lo que había hecho y mucho le ha
costado rehabilitarse… Hay cosas que son irremediables, que siempre dejan
huella, que siguen ahí…
Y tú, Raquel, si sigues así, acabarás como esa chica o puede que peor. Eres perfecta tal y
como Dios te creó, con tu perfectas imperfecciones. Y, ¿quién sabe si un día
algún chico amará esas imperfecciones? Sé optimista. Deja de decirte a ti misma lo difícil que es tu
vida. Nadie dice que sea fácil. Céntrate en luchar y mejorar lo que esté en tu
mano. Acepta la envidia y los celos que puedas sentir hacia alguien, exprésalos
si hace falta… pero no dejes que te destruyan. Dale una patada al
perfeccionismo, reconoce tus logros…
A Raquel le encantó todo esto que su amiga María le
había aconsejado, siguió sus recomendaciones a
partir de ese momento y, aun costándole, le
fue bien y logró sentirse mejor consigo misma.
Y como vi que este cuento era bueno, lo he puesto en este libro, mi diario, y he escrito unos versos que dicen así:
“Si feliz quieres estar,
Tu cuerpo has de
cuidar”.
Anónimo